Las emociones son inherentes al ser humano, nos acompañan allá a donde vamos y nos sirven para comunicar en dos direcciones; por un lado nos informan a nosotras mismas sobre cómo estamos,( lo que nos nutre y lo que nos daña, lo que nos asusta y lo que deseamos… ) y por otro, comunican a las personas de alrededor. Algunas serán fácilmente reconocibles y necesitarán de escucha profunda para poder ser atendidas.
Cuando exploramos con atención plena nuestro interior podremos apreciar cómo las sensaciones, pensamiento y emociones se interconectan; por ejemplo ; surge un pensamiento ( ¡con esto no puedo!), hay una respuesta en el cuerpo ( mi columna se arquea, siento hormigueo en la espalda) y una emoción (inseguridad). Si seguimos indagando nos encontramos con cómo nos relacionamos con ellas si nos agradan es posible que queramos apegarnos a ellas, pero si no nos satisface probablemente nos genere aversión, y queramos evitarla. Pero las emociones no atendidas no desaparecen, continúan tocando a la puerta pidiendo ser reconocidas . Aceptarlas con calidez y espaciosidad tal y como son, hará que no entren en estallido. Esas emociones forman parte de nosotras nos resulten agradables o no, madurar emocionalmente significa poder transitarlas con curiosidad y amabilidad y ayudar a que se calmen cuando sentimos la tempestad, así como poder ser conscientes de que las emociones no han venido para quedarse, y que así como los pensamientos vienen y se van, lo mismo ocurre con las emociones.
Todos sentimos distintas emociones a lo largo del día, de forma constante, siempre estamos en un estado emocional. La palabra emoción proviene del latin emovere, que significa el impulso que induce a la acción. La palabra nos da mucha información de su significado, ya que nos sugiere que la emoción es una reacción de nuestro cuerpo que nos impulsa a actuar de determinada manera. Pero ¿qué más conocemos de ellas?¿qué son?¿cómo se manifiestan?¿para qué queremos prestarles atención?¿cómo nos relacionamos con ellas?¿podemos regularlas? ¿Qué función tienen? Cuanto más nos adentramos en ellas más preguntas surgen…
Este breve artículo pretende hacer una pequeña inclusión en el campo de las emociones y el mindfulness.
Podemos definir mindfulness como “prestar atención de forma particular, con intención, al momento presente y sin juzgar” ( Jon Kabat Zin). Es “el arte de vivir conscientemente”y para poder hacerlo cultivamos la atención plena : Atención a la experiencia interna (emociones, pensamientos, sensaciones) y a la experiencia externa (información que nos llega de los sentidos) …momento a momento, sin intentar cambiarla, con aceptación, con curiosidad y apertura.
El mindfulness nos permite acercarnos al mundo emocional con amabilidad, comprensión, confianza, así como a poder regularnos mejor y elegir cómo queremos comportarnos.
En el caso de los niños y adolescentes podríamos decir que las emociones están a flor de piel, hay menos filtro y su intensidad puede ser a veces tan grande que a los adultos nos cueste poder sostenerlas, acompañarlas de manera relajada. Pero ¿qué nos ocurre a los adultos con las emociones? A medida que nos adentramos en la vida adulta vamos restándoles importancia y validando más nuestro hemisferio racional… ¿pero acaso el no prestar atención a las emociones supone que no las tengamos, que nos influyan o no merecen ser escuchadas?
Partamos de la definición de “emociones” de la RAE (Real Academia Española 2001): “alteración del ánimo intensa y pasajera agradable o penosa que va acompañada de cierta conmoción somática”. Exploremos estas 3 características con gafas mindfulness:
- La intensidad y duración: es intensa, lo cual nos permite ser conscientes de ella si estamos atentas, y su duración es limitada comienza y termina, por tanto, es impermanente. ¿Sabías que las emociones duran de media unos 90 segundos tanto en adultos como en txikis y que lo que generamos a partir de ese momento cuando no conseguimos desconectar se llama estado de ánimo y no emoción? Si nos mantenemos más tiempo en la emoción es porque hemos decidido sostenerla (a través de nuestros pensamientos y creaciones mentales, alimentándola) o porque no tenemos los recursos internos disponibles para poder poner distancia entre la emoción y nosotras (nos cuesta dejar de rumiar sobre el suceso ocurrido, que no está en el presente pero lo mantenemos vivo a través del pensamiento).
- Tonalidad emocional: puede ser agradable o desagradable. Mindfulness nos muestra que uno de los factores que genera sufrimiento es el mecanismo de apego-aversión, y cómo se activan ante diferentes estímulos en función de si nos agradan o no. Cuando las emociones nos resultan placenteras, queremos aferrarnos a ellas, seguir en ese estado. Pero cuando se trata de emociones más difíciles, sentimos aversión, deseamos que desaparezcan, evitar sentirlas. Pero si basamos nuestro bienestar en desear que todo sea como queramos, en lugar de aceptar la realidad tal como es, estaremos, probablemente sin darnos cuenta, comprando boletos de infelicidad.
- Impacto somático: Las emociones son experiencias fisiológicas. Son vividas y expresadas en nuestro cuerpo en forma de procesos involuntarios como el tono muscular, la respiración, la postura etc. Los cuales involucran cambios en la actividad del sistema nervioso central y autónomo entre otros. Por tanto el cuerpo refleja la emoción. Poder indagar entre cuerpo y emoción podrá servirnos de gran ayuda.
Indaguemos un poco más sobre las emociones, surgen como respuesta a un estímulo o acontecimiento externo o interno (pensamientos) en el que cuerpo, pensamiento y emoción van estrechamente unidos. La experiencia emocional es una aliada ya que nos indica que es momento de escucharnos en nuestro foro interno, de volver al presente, siendo conscientes de lo que sentimos en este instante preciso. La supervivencia es su principal función, por tanto son esenciales para la conservación de la vida, las relaciones y la socialización. Y cada emoción tiene una utilidad y forma de expresión determinada, son adaptativas y comunicadoras, es decir, son fuente de información para nosotras y para el resto.
Cuando sentimos una emoción podemos decidir reaccionar o responder. A menudo reaccionamos ante ellas desde la ENAJENACIÓN (dejar que la emoción tome el mando) o la SUPRESIÓN (actitud de aversión, hacer todo lo posible por evitar conectar con ella). Pero también podemos elegir otro camino, ese en el que nos tomamos el tiempo de escucharlas, atenderlas, indagarlas con curiosidad y con amabilidad y desde ahí estamos eligiendo poder darles una respuesta conscientemente.
Como seres humanos, las emociones nos acompañarán allá a donde vayamos y como no también cuando estamos acompañando niños/as y adolescentes. Aprender a conocerlas mejor y regularlas nos permitirá limpiar los ojos con los que les miramos y a ellos aprender de nosotros/as habilidades y estrategias para poder llevar una vida con mayor estabilidad y calma. Nuestro aprendizaje en la autorregulación emocional nos va ayudar a acompañar en la regulación de los niños y adolescentes, ya que ellos lo hacen a través de nosotros.
Para finalizar aquí os dejo la fórmula “STAR” es sencilla y puede ayudarte/ayudarles a llevar el mindfulness a los momentos de dificultad, eso sí, recuerda que esto se entrena y que mejor comenzar con pequeñas dificultades.
S de Stop: cuando estés ante una dificultad, párate.
T de Tomar aire: Respirar despacio y profundamente varias veces seguidas relaja la mente y nos permite darnos cuenta de que trae la emoción, de cómo siento el cuerpo.
A de Aceptar: Aceptar que tienes una dificultad.
R de Retomar: antes de pasar a la acción y date un tiempo … respira, retoma, reconsidera. Te permitirá poder elegir tu respuesta con mayor claridad.
En conclusión, la autorregulación del adulto y la práctica de atención plena constante es muy importante, ya que nuestra autorregulación es la que puede ayudar en la regulación de los niños y adolescentes, desde un sistema nervioso estable y calmado, conectado con la sensibilidad de los niños, con la solidez suficiente, para ofrecer un lugar estable y con comprensión y amabilidad, para dar y recibir lo que venga en cada momento.
Izaskun Robledo Muñoz