La impermanencia es un elemento clave para comprender cómo y porqué sufrimos que es el objetivo de la meditación Vipassana. El significado de la palabra es que nada es permanente, que todo está en continuo cambio. No es difícil de comprender como concepto, ni siquiera es difícil observarlo en la naturaleza, en el propio cuerpo o, incluso, en los procesos mentales, sin embargo, es difícil comprender y aceptar su profundidad.
El ‘yo’
Estamos habituados a que todo esté en continuo movimiento y el organismo cuerpo/mente intenta adaptarse al cambio. Frente a esto, el ‘yo’, el personaje con el que estamos identificados, que creemos ser, intenta dominar el cambio. Desea que le pasen cosas que considera buenas y desea que no le pasen las que no considera buenas. Además, desea retener las cosas buenas y rechaza o evita las cosas malas.
Bueno o malo
El problema es que no hay cosas buenas y malas. Lo que, en una circunstancia, en una cantidad o en una duración puede ser bueno, puede resultar nefasto si las condiciones cambian. Nos resulta muy difícil entender las categorías de bueno-malo, agradable-desagradable, placer-dolor, como relativas y eso hace que las consideremos permanentes, oponiéndonos así al principio de impermanencia.
Satisfacción o insatisfacción.
El hecho de que no haya nada permanente supone que no puede haber un estado permanente de satisfacción y que, en definitiva, no podamos evitar la insatisfacción. Aceptar que la insatisfacción es un aspecto constitutivo de la existencia resulta inaceptable para el ‘yo’. El ‘yo’ se basa, precisamente, en la ilusión de que es dueño de su existencia y, por supuesto, no quiere aceptar la insatisfacción en ella.
Meditación e impermanencia.
En la meditación profunda, se observa cómo todo lo que se ha construido para evitar la insatisfacción, los placeres sensuales, las ideas, las razones, las creencias o, incluso, los estados mentales extáticos, se deshacen, acaban, cesan.
Doctor en Psicología – Maestro de meditación vipassana
Director de la Escuela de Meditación Baraka
Artículo publicado originalmente en: retirosdemeditacion.es