BARAKA: APOSTAMOS POR DEVOLVER A LA VEJEZ EL VALOR ETICO Y POLITICO QUE LE CORRESPONDE.
Cada fase de la vida lleva consigo una serie de retos prácticos, psicológicos y existenciales. Alcanzar la fase de “persona mayor” no es una excepción. Sin embargo, el inusitado alargamiento de la longevidad hace que, “persona mayor”, sea un rango demasiado amplio y poco descriptivo de lo que Carl G. Jung llamaba “segunda mitad de la vida”.
Las personas que transitan por estas fases avanzadas se encuentran con cambios en sus roles familiares y laborales, en sus relaciones con los demás y consigo mismos, y en su comprensión de la realidad de la existencia. Para llegar con cierto equilibrio a la vejez hay que haber sabido adaptarse a los vertiginosos cambios sociales y tecnológicos, a la reducción de los recursos tanto económicos como físicos, y a la presencia, cada vez más palmaria, de la muerte.
Por eso, la vejez es una cultura distinta a la de la edad mediana. Valores como productividad, eficiencia o independencia son los valores dominantes, pero no representan los intereses, las motivaciones ni las necesidades de esta fase. El discurso de “superarse a sí mismo” ya no cala en un colectivo que lleva exigiéndose a sí mismo durante toda la vida para cumplir con una sociedad materialista y que exprime cada vez más al individuo.
De hecho, la cultura de la vejez se caracteriza por un cambio en la meta-perspectiva vital, desde una visión del mundo materialista y pragmática a una más cósmica y trascendente, acompañada, habitualmente, de un incremento de la satisfacción vital. Frente a la visión prejuiciosa y negativa que ha colonizado nuestras mentes, lo cierto es que nos volvemos más experimentados, más ponderados, sensibles, humildes, compasivos y difíciles de engañar.
La idea de una vejez aislada, apática, resignada, precaria, enferma y dependiente no refleja la realidad de un colectivo mayoritariamente formado por personas útiles, dispuestas y motivadas que queremos seguir formando parte activa de la sociedad como ciudadanos experimentados y comprometidos con nuestra propia cultura y posición.
Mucho se habla del envejecimiento activo, pero no desde la actividad propia de esta fase sino desde el cálculo economicista y paternalista que busca que nos dejemos dominar y salgamos baratos a la sociedad.
El modelo geriátrico tiene que evolucionar hacia un modelo gerontológico basado en las capacidades de aprendizaje de esta fase, la complejidad del fenómeno, el abordaje basado en la prevención y la resiliencia, que integre la tarea preventiva, asistencial y de rehabilitación. Se debe aceptar, por tanto, que el envejecimiento supera ampliamente los límites de la medicina y debe apoyarse en las ciencias psicológicas y sociales valiéndose de todos los instrumentos que estas últimas pueden aportar al proceso de “envejecer bien”.
Porque, no lo olvidemos, envejecer bien no es un acto de renuncia, sino de voluntad. Los viejos no somos irascibles, retrógrados, pesados o egoístas, estos son defectos del carácter y no de la edad.
Baraka ha diseñado una herramienta psicoeducativa que aúna el cultivo de “mindfulness”, una disposición serena, estable y pacífica de la mente, con una información actualizada sobre el proceso de envejecimiento, información que sostiene que se puede vivir esta última etapa en las mejores facultades, con una autovaloración positiva, integrados socialmente y con pleno sentido del valor de la vida.
La investigación científica avala la idea de que el entrenamiento en “mindfulness” promueve las aptitudes físicas y mentales, anima la interacción social, orienta hacia una existencia con propósito y significado, y conduce hacia el autodescubrimiento y la autotrascendencia, facilitando así que la vejez sea la etapa de la paz y la sabiduría individual, así como una aportación imprescindible para la evolución de la especie.
Además del programa “Mindfulness para la segunda mitad de la vida”, Baraka ofrece Yoga adaptado a personas con movilidad reducida, Arte y Creatividad para personas mayores, Qi Gong para la salud, Psicoterapia y Meditación. Nuestras instalaciones están adaptadas y son cómodas, y el ambiente es acogedor y respetuoso.