MINDFULNESS & YOGA. Iniciación a Mindfulness.
Nuevo entrenamiento a partir de enero
El mindfulness que conocemos, traducido como atención plena, tiene su base en las tradiciones meditativas orientales. Practicantes occidentales que vivieron la experiencia de la meditación oriental trajeron esta experiencia a occidente. Uno de los casos más conocidos por su repercusión en la sociedad occidental es el médico americano Jon Rabat-Zinn, quien vio las posibilidades que ofrecía la meditación para ayudar a sus pacientes de la Clínica de Reducción del Estrés de la Universidad de Massachussets a mejorar su calidad de vida, reduciendo el estrés que les tenía prisioneros.
La neurociencia también se hizo eco de la potencialidad de esta técnica de meditación. Hacia principios de los 70 Richard J. Davidson y su equipo de la Universidad de Wisconsin, empleando electroencefalogramas y técnicas de neuroimagen, como el escáner cerebral, estudiaron los efectos de la meditación en los monjes tibetanos y emplearon estas técnicas para poder medir las posibles transformaciones cerebrales. Los equipos de investigación han demostrado que estas técnicas pueden llegar a producir cambios beneficiosos y profundos en el cerebro; que reducen las regiones responsables de la reactividad y el miedo, (amígdala y el hipotálamo). También puede producir cambios en las conexiones sinápticas, que se refuerzan con este trabajo.
Podríamos hablar de Mindfulness desde diferentes perspectivas pero, en definitiva, se trata de prestar atención a lo que es en los diferentes planos de nuestra experiencia, a todo aquello que puede llegar a nuestra conciencia por medio de nuestros 5 sentidos y de la mente.
Parece simple, pero ocurre, que cuando nos proponemos firmemente poner atención plena a lo que está ocurriendo en nuestra experiencia presente, mientras comemos, por ejemplo, nos damos cuenta de que esa atención es intermitente porque la mente nos trae otros contenidos que nos van distrayendo de la observación del objeto elegido. Se trata de observar lo que ocurre, sea lo que sea, y ser conscientes también de divagación sin control de la mente.
Con Mindfulness prestamos atención al momento presente, sin juicio, observando la realidad tal cual es, sin valorar nada, y volviendo a la observación del objeto elegido cada vez que la mente nos lleve por otros derroteros. De esta manera, aprendemos a no ser reactivos, a ver las cosas con perspectiva, a responder de manera sabia a las vicisitudes del día a día. Este trabajo disminuye sustancialmente el sufrimiento vital que nos acompaña.
Estas prácticas están avaladas por numerosos estudios científicos de prestigiosas universidades, y son muchos los protocolos de Mindfulness que se desarrollan con éxito en la actualidad tanto en ámbitos sanitarios como en universidades, escuelas, empresas, etc.
Estas técnicas, realizadas de manera correcta ayudan a:
• Desarrollar la capacidad de la atención y la concentración
• Reducir el estrés y aprende a gestionar la ansiedad, la preocupación.
• Gestionar las emociones, reduciendo las negativas y aumentando las positivas,
• Gestionar el dolor crónico, (el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional),
• Entender la depresión
• Reducir los trastornos del sueño,
• ………
Pero el verdadero sentido de esta práctica va más allá de todas las bondades. Es un camino que genera cambios en nuestra experiencia vital, que nos hace “darnos cuenta” y nos ayuda a reconducir nuestra vida. Es un valioso instrumento de auto-regulación y auto-conocimiento muy valioso y en nuestras manos está el afinarlo para que exprese sus mejores notas.