A muchas personas, en distintas partes del mundo, les está tocando vivir estas circunstancias de retiro involuntario en solitario. Esto, que a priori pudiera parecer un contratiempo, puede convertirse en una bendición maravillosa. Sin haberlo planeado, repentinamente, tienes en tus manos una situación idónea (aunque, quizás, idónea no sea la palabra) para llevar a cabo un retiro en solitario, igual el primer retiro en solitario de tu vida. Pocas veces se presenta una oportunidad así, de poder retirarte en solitario y por tiempo indefinido. Y como dice la conocida frase: «Cuando la vida te da limones, haz limonada”.
También puedes, aunque no estés pasando estos días sólo o sola, aprovecharlos para intensificar la práctica y, porque no, para extenderla a quienes te acompañan. La sociedad humana se ha visto obligada a parar, algo que al parecer le va a venir muy bien al resto de las especies y al planeta en general. Convirtamos este parón obligado en una pausa sagrada que nos sirva como punto de inflexión para ver cómo hemos hecho las cosas, cómo las estamos haciendo y cómo debiéramos hacerlas a partir de ahora. Para aprender a distinguir lo que es prioritario de lo que no lo es, para construir unas estructuras sociales y un proceso productivo al servicio de la humanidad y no al revés. Una ley de la naturaleza y una enseñanza básica en el budismo es que, lo que pasa ahora y lo que somos ahora, es producto de lo que fuimos y lo que hicimos ayer, y que, lo que seamos mañana y lo que hagamos, será el producto de lo que somos y hagamos ahora. Hagamos, por tanto, las cosas lo mejor que sepamos y podamos para beneficio nuestro y de los demás. Algunas sugerencias para un retiro en casa:- Hazte un horario y llévalo a cabo con disciplina para empezar, y flexibilidad para acabar, ya que en realidad el tiempo no importa en estas condiciones.
- Cumple primero con lo cotidiano, con las tareas domésticas, de higiene y con los quehaceres necesarios, todo el tiempo con ATENCIÓN PLENA, lo que se viene llamando meditación informal.
- Intercala sesiones de meditación sentada y caminando, y planea tus meditaciones. Dedica, por ejemplo, una parte de la sesión o la sesión entera a la concentración sin esfuerzo (bueno, con el esfuerzo justo y necesario, que cada vez va resultando ser menor), descansando en la respiración (samatha). Pero, ten en cuenta que esto sólo es una parte del asunto, la otra parte, la que realmente transforma, consiste en aclarar, clarificar y desmenuzar la experiencia momento a momento (vipassana). Sé consciente de cuándo estás haciendo una cosa o la otra, sé creativa e imaginativo y diseña tus propios ejercicios y meditaciones.
- Práctica también meditaciones generativas, de metta, compasión y ecuanimidad, en esta ocasión no necesitarás hacer demasiado esfuerzo para generarlas. Haz postraciones y trabaja la conciencia corporal y el mantenimiento físico haciendo Chi kung, yoga, etc, y, sobre todo, ámate a ti mismo y a los demás mientras lo haces.